El nombre de esta preciosa ciudad, Barcelona, es un recuerdo permanente de su historia. Y es que se remonta a la época de los íberos, cuando los layetanos, un de los pueblos de esta etnia prerromana, habitaba la costa barcelonesa —en su recuerdo una de las vías principales del centro se llama todavía hoy vía layetana—.
Llamaban a esa zona Barkéno, y de allí Octavio Augusto, al fundar la ciudad, tomó el nombre romano de la nueva colonia: colonia Iulia Augusta Faventia Paterna Barcino, siguiendo la consolidada costumbre de mantener el nombre indígena para las fundaciones romanas.
Historia de la Barcelona romana
La ciudad de Barcino fue una pequeña colonia de la costa Hispana fundada por el emperador Augusto como parte del proceso de romanización de la península. A pesar de crecer a la sombra de Tarraco, la capital de la provincia Hispania Citerior, y por ello una de las ciudades más importantes de la zona, también Barcino tuvo su importancia por hallarse en el itinerario de la importante via Augusta —de nuevo, una de las principales vías de la ciudad moderna sigue el itinerario de la vía y mantiene su nombre original—, que unía Hispania con Roma.

La ciudad de Barcino, y la vecina Baetulo —la actual Badalona—, tuvo también sus personajes ilustres a pesar de ser una pequeña ciudad provinciana. La epigrafía, esto es, las inscripciones romanas, ha dejado testimonio de Lucio Minicio Natal Quadronio Vero —un nombre tan largo es siempre signo de elevada posición social—, que llegó a ostentar importantes cargos en el Imperio, a pesar de sus orígenes plebeyos, en la época de los emperadores Antoninos.

Otro personaje insignia de la ciudad, honrado en numerosos pedestales —sobre las que en su momento se hallarían las respectivas estatuas—, es Lucio Licinio Segundo. La suya es una de las mayores historias de ascenso social, algo nada frecuente en época romana, pues es una esclavo que fue después liberado, y ya como liberto acompañó en su carrera política a su antiguo amo, Lucio Licinio Sura. Sura, del que no cabe descartar que fuera nacido también en Barcino, lo que le convertiría en el hijo más ilustre de esta colonia, fue mano derecha del emperador Trajano y cónsul tres veces.
Itinerario por la Barcelona romana
La ciudad romana quedaba cerrada por unas murallas que discurrían aproximadamente a lo largo de las actuales calle Banys Nous, Plaza Nova, Vía Layetana y calle Gignàs. Se urbianizó siguiendo el modelo castrense a cuadrícula, exportado de los campamentos militares a las colonias; esta distribución se formaba a partir de dos calles perpendiculares principales: el decumanus maximus, que se corresponde a las actuales calles Ciutat y Regomir, y el cardo maximus, que se corresponde a las actuales calles Llibreteria y Call.

El foro, en la encrucijada de ambas vías, coincide parcialmente con la que todavía hoy es la plaza pública de la ciudad, Sant Jaume. En la parte más alta del foro, que también era el punto más elevado de la ciudad, la cima del monte Tàber, se erigió el templo de Augusto. Los restos conservados del templo se pueden visitar todavía hoy en el interior del centro excursionista de la ciudad, en la calle Paradís, 10.

Desde allí puede iniciarse un itinerario arqueológico circular marcado con placas a lo largo de la ciudad que nos lleva a ver algunos restos de la muralla y las torres de defensa, los arcos del acueducto que llegaba a la ciudad por el norte, una de las puertas de la ciudad romana o las cupae de la necrópoli conservada en la Plaza Vila de Madrid —situadas en los caminos de entrada a las ciudades para que los muertos fueran recordados por todos los viandantes, pero también por razones de salubridad—.
La Barcelona romana en los museos
Además del itinerario exterior, el Museo de Historia de la Ciudad acoge asimismo, en la sede situada en la Plaça del Rei, s/n, el yacimiento arqueológico romano, una amplia zona ubicada en el subsuelo de la ciudad donde se han excavado los restos de talleres, tabernas y termas.

Por otro lado, en el Museo Arqueológico de Catalunya, situado en Passeig Santa Madrona, 39-41, hay una sala dedicada a la ciudad romana de Barcino, donde se exponene, entre otras, algunas de las inscripciones halladas en el foro, colocadas por decreto de los decuriones de Barcelona, esto es, por el senado local de la ciudad, en honor a Lucio Minicio Natal Quadronio Vero y a Lucio Licino Secundo.

Sin duda, dedicar una mañana a visitar la Barcino romana es una forma estupenda no sólo de pasear por el corazón de la ciudad, sino sobre todo de descubrir los orígenes y la historia de Barcelona.
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