
Si alguien me pregunta cuál es la mejor época del año para visitar Barcelona, sin duda es a finales de abril. El tiempo es ya amable, con días radiantes en los que debería estar prohibido quedarse en casa, pero en los que todavía es útil llevar alguna chaqueta, nada de bochorno. La ciudad está preciosa, y las aglomeraciones de turistas todavía son más o menos tolerables. Pero sobre todo, el 23 de abril es el mejor día del año en Barcelona: Sant Jordi.
Cuenta la leyenda que hace muchos, muchos años, el pueblo de Montblanc estaba asediado por un dragón que comía todo cuanto encontraba a su paso. Para evitar que entrara en la ciudad, se acordó darle cada día algo que comer. Pero el dragón pronto acabó con todas las cabras, vacas y ovejas de la ciudad, y el rey tuvo que tomar una dura decisión: a partir de entonces, se ofrecería cada día al dragón uno de los habitantes del pueblo. Se pusieron los nombres de todos los habitantes en una bolsa, incluido el del propio rey, y la mano inocente de una niña de cuatro años sacó un papelito al azar. Todos los habitantes del pueblo palidecieron al escuchar el nombre del sentenciado: la princesa.
Muchos fueron los que se ofrecieron para ocupar su lugar, pero el rey, con el corazón afligido, dijo que la suerte había querido que fuera ella la elegida, y él tenía que asumir las consecuencias de sus dictados. La princesa fue, pues, conducida hasta un lugar cercano a la cueva donde dormía el dragón. Cuando este despertó, salió a buscar a su presa matutina. Pero justo cuando estaba a punto de degustar su real bocado, fue cegado por el resplandor de la armadura de un caballero que se acercaba raudo hacia él. Cuando el joven se hubo interpuesto entre la princesa y el dragón, arrojó su lanza en el centro del pecho del animal, que cayó muerto al suelo. De la sangre que manaba de su herida brotó un bello rosal, del que el caballero Jordi arrancó una rosa que regaló a la princesa.
En recuerdo de la gesta que liberó al pueblo de Montblanc del temible dragón, cada año en la fiesta de Sant Jordi los chicos regalan a sus chicas una rosa. Y gracias a la amable coincidencia de la fecha con el día del libro —el 22 y 23 de abril de 1616 murieron, respectivamente, Cervantes y Shakespeare—, la tradición dicta que las chicas regalen a sus chicos un libro. Los nuevos tiempos han hecho que ahora también a ellas se les regale un libro, y que la tradición se celebre no sólo entre parejas, sino también entre amigos y entre colegas de trabajo.
Pero lo más bonito de ese día es el precioso ambiente que se crea en las calles de toda Catalunya. En Barcelona, la Rambla Catalunya, el Passeig de Gràcia y las Rambles se llenan de tiendas de rosas y de libros, y las calles se llenan de miles de personas. Los autores se visten de gala y se sientan en los estands de las librerías para firmar libros y conversar con los lectores más entusiastas. Es un día en que los horarios de trabajo son mucho más flexibles, en que el ambiente festivo llena oficinas y escuelas, en que las parejas se encuentran para ir a pasear, en que los niños traen una rosa a la niña de la clase de la que están prendados, en que todo el mundo queda con amigos para ir a dar una vuelta por el centro.
A pesar de que he vivido ya muchos Sant Jordi, para mí sigue siendo el día más bonito del año. Ojalá pudiera vivir la diada de Sant Jordi por primera vez y sentir la emoción de salir a la calle esperando que fuera un día cualquiera y encontrarme, en cambio, el precioso ambiente de ese día tan bonito, de una Barcelona vestida de fiesta, perfumada con el olor de todas esas rosas y llena de gente haciendo algo maravilloso: comprando libros.

Un Comentario
Pingback: Sant Jordi Festival in Barcelona - Where Body How